Ambiente
Jueves 24 de agosto
El relleno sanitario de Ricardone contamina las aguas de canales y arroyos del sur provincial
El relleno sanitario de Ricardone contamina las aguas de canales y arroyos del sur provincial
El Taller Ecologista mandó a analizar los líquidos que emana el relleno sanitario de la localidad de Ricardone. Encontraron alta carga orgánica y metales.

El relleno sanitario de Ricardone, una montaña gigantesca de residuos de todo tipo que recibe la basura de una decena de localidades del sur provincial, incluida la ciudad de Rosario, desprende líquidos contaminantes que terminan en aguas del canal Ibarlucea y de allí pasan al arroyo Ludueña para volcarse luego en el río Paraná.
Estos líquidos contienen altos niveles de carga orgánica y metales como cromo, níquel y manganeso, según denunció esta semana el Taller Ecologista. Desde el grupo ambientalista, que trabaja desde hace años la problemática de la gestión de los residuos sólidos urbanos, hicieron analizar líquidos previamente extraídos del perímetro del predio de ese relleno sanitario al que Rosario envía basura desde hace 20 años: el resultado fue que hay contaminación y que esos líquidos “viajan” a través de los canales pluviales hasta el canal Ibarlucea, que desagua en el Arroyo Ludueña, el cual finalmente desemboca en el río Paraná, aguas arriba de la toma de agua de Rosario.
Un problema sin fin
Actualmente, la ciudad de Rosario entierra cerca de 300 mil toneladas de residuos por año en el basural de Ricardone, un 25% más que cuando se aprobó la ordenanza Basura Cero en el año 2008 “incumpliendo todas las metas de disminución allí establecidas”, explicaron desde el Taller Ecologista. Si bien más de 10 localidades del área metropolitana envían sus residuos a Ricardone, “la ciudad de Rosario es la que más ha contribuido al crecimiento de esta montaña de basura”.
Este año se cumplieron 15 años de la ordenanza Basura Cero, con objetivos incumplidos: esa ordenanza planteaba reducir para 2017 en un 50% la cantidad de toneladas respecto al valor registrado en 2006, y para 2020 prohibía enterrar residuos que sean recuperables como compostables o reciclables. En cifras: en 2006 -año base- se enterraron 250.945 toneladas en Ricardone.
En 2020 debía estar por debajo de las 100 mil toneladas, pero había aumentado a 286.035 toneladas y ese proceso continuó.
Según datos del Taller Ecologista, en 2021 esa cantidad subió a 291.687, y en 2022 a 286.631.
Nuevas pruebas
Para sumar datos científicos y actualizar la información sobre los problemas ambientales derivados del relleno, hace un tiempo desde el Taller Ecologista -a través de las áreas de trabajo que hacen el seguimiento de la agenda relacionada con Basura Cero y con el estado de los humedales del sur santafesino- decidieron hacer una toma de líquidos en un canal pluvial lindero a ese enorme basural.
Esa muestra fue posteriormente analizada por técnicos especializados del Centro de Ingeniería Sanitaria de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario. “El líquido era de color intenso y fuerte olor, lo que ya sugería que se trataba de un efluente del relleno”, detallaron desde la ONG, al tiempo que subrayaron que “este tipo de situaciones ya se habían observado en otras oportunidades, pero aquí se logró una constatación de mayor rigor y con el apoyo técnico de especialistas”. El análisis, según informó Taller Ecologista, arrojó valores altos para ciertos parámetros físico-químicos (DBO, DQO, cromo total, níquel y manganeso), lo que habla de lixiviados sin tratamiento. “El relleno sanitario no debería liberar lixiviados crudos, ya que corresponde que sean tratados dentro de la misma planta antes de su volcamiento”, subrayaron.
Calidad del agua
Estos líquidos terminan -a través de los canales pluviales de la zona- en el canal Ibarlucea, que desagua en el arroyo Ludueña, que a su vez desemboca en el río Paraná en la zona norte rosarina, aguas arriba de la toma de agua de la ciudad de Rosario.
“Los lixiviados son líquidos que escurren de la montaña de basura y que contienen altas concentraciones de sustancias contaminantes, por eso necesitan recibir un tratamiento adecuado antes de su descarga. El lugar autorizado para la descarga de los lixiviados, luego de su tratamiento, se encuentra en la zona sur de Rosario, en el punto de descarga operado por ASSA. Estos lixiviados sin tratar implican un peligro a la salud de las personas, de la flora y de la fauna que toma contacto con los mismos”, alertaron desde el Taller Ecologista.
Desde esa organización mandaron una nota al Ministerio de Ambiente y Cambio Climático de la provincia de Santa Fe, informando sobre la irregularidad y solicitando iniciar una investigación. También se envió una nota y un pedido de información a la Municipalidad de Rosario para saber el grado de conocimiento del Ejecutivo Municipal al respecto.
Sin tratamiento
Además de la contaminación que emana del relleno sanitario, el vertido de aguas cloacales sin tratamiento al río Paraná es un viejo problema que arrastra Rosario y otras ciudades importantes de la provincia con costa sobre el Paraná, como Santa Fe y Reconquista. Para cambiar eso, que ocurre desde hace más de 100 años y que tiene que ver con viejos paradigmas según los cuales los cursos de agua eran vistos como vertederos naturales para la basura generada en los centros urbanos o industriales, hacen falta obras e inversiones millonarias y estrategias de planificación muy cuidadas. Existen estudios sobre los riesgos ambientales que representan los efluentes cloacales para los ecosistemas acuáticos y la salud humana. En un trabajo académico de los investigadores del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (Cima), Pedro Carriquiriborde y Gustavo Manuel Somoza, de la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, ponen la lupa sobre los residuos farmacólogicos.
“El aumento de las poblaciones humanas y la concentración de las mismas en núcleos urbanos han llevado a que los desechos que éstas generan sean dispuestos de una forma u otra en el ambiente circundante”, explica el trabajo, que puntualiza que en los últimos años, se ha demostrado que los efluentes cloacales colectan no solo los desechos fisiológicos provenientes de esas poblaciones, sino también los metabolitos de los fármacos que se consumen, los productos relacionados con el cuidado personal, los productos de limpieza, los plaguicidas y los herbicidas.
fuente: Aire de Santa Fe