Economía


Martes 22 de agosto

El agro argentino se deconstruye y explora caminos más sustentables

El agro argentino se deconstruye y explora caminos más sustentables

Agricultura regenerativa, sustentabilidad, huella de carbono, paisajes, conservación, agroecología. Por necesidad o por convicción, por amor o por espanto (o por una mezcla de todo eso al mismo tiempo), el campo argentino se mira de frente y hace una autocrítica sobre la sustentabilidad del modelo productivo industrialista a corto, mediano y largo plazo, empujado por la evidencia de la crisis climática planetaria, la propia necesidad de supervivencia y mercados globales cada vez más exigentes que quieren saber al detalle cómo, dónde y quienes producen los alimentos que llevan a la mesa.


Sobre esto se discutió, mucho y extenso, en el último congreso de la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (Aapresid), que durante tres días copó un centro de convenciones en Rosario bajo el lema “C, elemento de vida”, introductorio del debate que se abrió en las ponencias, las charlas y los pasillos.

Agroecología, modo de empleo
Una de las conferencias magistrales estuvo a cargo del ingeniero agrónomo Eduardo Requesens, de la Universidad del Centro (UNiCEN), quien analizó el concepto “polisémico” de agroecología y lo diferenció del agroecologismo: “La agroecología debe estar restringida al ámbito científico y debe ser desarrollada por agroecólogos. El agroecologismo es un movimiento”. Para el experto, la agroecología debe buscar integrar y no enfrentar a los mundos de la ecología y de la producción. También se preguntó si es necesario regenerar la agricultura en su forma actual: “El modelo surgido de la revolución verde llevó a sistemas agrícolas hiper simplificados que reemplazaron a los ecosistemas naturales. Se perdió biodiversidad, estabilidad, resiliencia y sustentabilidad”, dijo. Ante este escenario, Requesens consideró que hace falta recuperar biodiversidad a través de la continuidad de los procesos biológicos en el campo (con cultivos de servicios) y de procesos ecológicos que atiendan la salud del suelo, formas de manejo integradas y corredores biodiversos. “La clave es reconectar la ecología y la agronomía para ir hacia una agricultura regenerativa. Para eso hace falta una transición que requiere tiempo y paciencia”, explicó.

Mercados libres de deforestación
Otro de los temas que desvela al sector es la nueva ley europea anti deforestación, que dice que ya no podrán ingresar a ese bloque productos como carne, soja o madera producidos en tierras que hayan sido deforestadas (legal o ilegalmente) después de 2020.

En el panel “Perspectivas sobre la reglamentación de libre deforestación de la UE”. Viktoria Lovenberg (EU Delegation) contó que el objetivo es minimizar la contribución a la deforestación y degradación de los bosques a nivel mundial. En tal sentido, la medida busca reducir el riesgo de que los productos de cadenas de suministro ligados a la deforestación sean introducidos en el mercado de la UE o exportados desde él. Además, se pretende incrementar la demanda y el comercio de la UE de materias primas y productos legalmente certificados y "libres de deforestación". Por su parte Gustavo Idigoras (Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina) advirtió sobre el impacto económico y social que la regulación podría tener en los países exportadores. La reglamentación, según planteó, no considera las situaciones preexistentes de los países. “Es importante que haya reconocimientos de los sistemas de cada país y no que tengamos que hacer algo nuevo en 18 meses”, expresó. También se refirió a la imposibilidad de llevar adelante una segregación física en materia de commodities. “El commodity se produce en cantidad y es barato. Si tenemos que segregar, habría menos producción y el costo sería muy alto, lo que derivaría en una crisis de seguridad alimentaria en el mundo”.

Brechas de carbono
En otro de los paneles, Aapresid y Syngenta presentaron los primeros resultados del mapa de brechas que muestra el potencial de captura de carbono de los suelos agrícolas y cómo la adopción masiva de prácticas como siembra directa, rotaciones y cultivos de servicios ayudarían a acercarse a ese potencial. Para eso, se armaron mapas de las brechas entre los niveles actuales de carbono orgánico que secuestran los suelos agrícolas y los niveles alcanzables y potenciales para cada región. Entre los resultados más relevantes, los mapas revelan que, para el promedio de las tierras agrícolas del país, los suelos se encuentran a solo el 46% de su capacidad de secuestro de carbono orgánico del suelo (COS). “La adopción masiva de prácticas como siembra directa continua, rotaciones con gramíneas, cultivos de servicios y manejo balanceado de nutrientes ayudarían a cerrar la brecha entre lo actual y lo alcanzable.
 Esto representaría un incremento de 15-20% de los niveles de COS actuales, y permitirá mitigar más de la mitad de las emisiones ligadas a la agricultura”, dijo Marcos Bradley, director general de Protección de Cultivos de Syngenta para Latinoamérica Sur.

fuente: Aire de Santa Fe